lunes, 5 de marzo de 2018

Los franciscanos en Egipto luego de ISIS.


Fray Gabriel Bekhit, fraile franciscano de la ‘Sagrada Familia de Egipto’ recuerda con dolor los ataques del Estado Islámico en Suez (Egipto). Sin embargo, explica que en un momento de tanto dolor y sufrimiento,  renació la fe de sus 100 parroquianos y el diálogo con los musulmanes. “Doy gracias a Dios por el ataque. El Señor hizo fluir la bondad de esa mala acción “, detalla el párroco.

Sentado en un sillón en el seminario franciscano de El Cairo, el padre Gabriel Bekhit, fraile franciscano de la ‘Sagrada Familia de Egipto’ relata en primera persona las atrocidades que llevó a cabo el Estado Islámico en Suez (Egipto) en 2013.
Pero más allá del sufrimiento de los primeros días, los cristianos de esta población lograron no sólo incrementar su fe, sino el diálogo con los musulmanes. Y, es que, la fe mueve montañas.

“Me quité la túnica para evitar ser reconocido”

Estatua decapitada de San Antonio
El fraile lo cuenta así: “Fue el 14 de agosto de 2013. Un grupo de partidarios del presidente egipcio Mohamed Morsi atacó nuestra iglesia latina dedicada a la Inmaculada Concepción de Suez. Destruyeron e incendiaron los accesorios, las vestiduras litúrgicas y los textos sagrados. Decapitaron las estatuas de los santos. No satisfechos con la devastación, dieron rienda suelta a su violencia atacando nuestro convento y la escuela adyacente (…). Ese día yo estaba fuera de la ciudad, logré regresar a la iglesia y a la escuela al mediodía. Afuera había un tanque del ejército británico incendiado por los manifestantes. Yo quería llegar a la iglesia que estaba en llamas, pero no tuve éxito. Me quité el habito para evitar ser reconocido y, por lo tanto, atacado. Pero era demasiado peligroso ir a cualquier lugar cerca de la iglesia, y tuve que desistir”.

En los días siguientes el Estado Islámico siguió sembrando el terror entre los cristianos de Suez, una ciudad situada a 300 km de El Cairo, atacando escuelas, instituciones, hogares y todo tipo de tiendas. Una ola de violencia devastó la vida de cientos de inocentes, tal y como lo recoge el diario Agensir.

Reconstruyendo la fe

El interior de la parroquia, luego del ataque.
Tras lo sucedido, solo quedaba evaluar los daños y apoyar a las victimas.  En los meses que siguieron al ataque, el fray Gabriel señala que “durmió con varios feligreses en el convento sin ventanas ni puertas”. El trabajo de reconstrucción duró menos de un año, gracias a la ayuda del Ejército, aunque no todo fue reconstruido. Hoy, los restos de una estatua de San Antonio decapitada por extremistas islámicos, se erige como un icono del ataque. “Decidimos dejarlo como está, en recuerdo de esos trágicos eventos”, asegura este franciscano.
Y añade: “Morir para volver a la vida. A pesar de tal violencia atroz, sentimos que estábamos siendo sostenidos por una fuerza del cielo que nos permitía estar allí, ayudar a nuestra gente”.

Renacimiento del diálogo entre musulmanes y cristianos

Fray Gabriel Bekhit OFM
De hecho, lo que este pueblo experimentó es el renacimiento del diálogo con sus vecinos musulmanes. Así, en medio de las medidas de seguridad reforzadas por el Ejército y la Policía, continúa la vida de la comunidad eclesial de la parroquia latina de Suez. “Nuestras condiciones son mucho mejores hoy que hace unos años. La actitud hacia la población cristiana está cambiando, ya no es tan violenta como lo era en el pasado”, explica el padre Gabriel.
Pero, ¿qué pasa con la declaración de guerra del Estado Islámico a los cristianos? “No nos preocupa – afirma el fraile franciscano-. Continuamos dando testimonio de la bondad y el perdón, sirviendo a todos los necesitados y, sobre todo, ofreciendo educación en nuestro instituto. Escuela, entrenamiento, educación”.

Educar para la convivencia y el respeto

Lo que cuenta – recalca el padre Gabriel- es enseñar, educar para la convivencia y el respeto, y contrarrestar el lenguaje violento que se encuentra en diversas escuelas coránicas. Hay muchos fundamentalistas islámicos en Suez, muchos de los cuales envían a sus hijos a nuestra escuela con más de mil estudiantes, el 80% de los cuales son musulmanes”.

En este sentido, el fraile y sus feligreses continúan con sus vidas sin miedos, como hizo san Francisco cuando fue “al lugar donde estaba el lobo”. En este caso, es la sede de los salafistas que está ubicada en el lado opuesto de la iglesia. “Los salafistas nunca han aceptado la presencia de frailes en Suez. Por nuestra parte, tratamos de establecer relaciones amistosas y respetuosas con todos “, insiste el fraile franciscano.

Y después de un comienzo difícil, el diálogo comienza a dar los primeros frutos: “La atmósfera ha mejorado. Intercambiamos deseos para Ramadán y para nuestras fiestas cristianas. En las navidades del año pasado, los propietarios musulmanes de la zona ofrecieron bebidas y dulces a toda la parroquia”, concluye el padre Gabriel.

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